viernes, 29 de mayo de 2015

La Era Dorada de las Series, como todas las Eras doradas de cualquier tipo por otra parte, se está dejando por el camino un buen número de injustos cadáveres, de productos televisivos de primer nivel que en otro tiempo, sin una oferta de calidad tan abrumadora habrían sido auténticos fenómenos televisivos y que, sin embargo, acaban pasando casi desapercibidas para el gran público. A veces de una forma tan desoladora que incluso son canceladas antes de tiempo ante su baja audiencia. Sucedió en su momento con Deadwood, de largo la mejor serie jamás producida sobre el Lejano y Salvaje Oeste, y estuvo a punto de suceder con The Killing. Por suerte, Fox Televisión Studio en primer lugar (tras la segunda temporada) y Netflix más tarde (tras la tercera), evitaron un despropósito mayúsculo amén de una cruel injusticia. Porque lo cierto es que The Killing probablemente sea la mejor serie policíaca desde Twin Peaks.

Cariño ¿el mando de la tele?
De hecho, el punto de partida remite casi instintivamente a la legendaria producción de David Lynch. El cadáver de una joven desencadena una investigación policial en la que nada es lo que se suponía que era y en la que todos sus implicados parecen querer ocultar algo. Y esto incluye a los propios detectives. Pero aquí se acaban las similitudes con Twin Peaks. Porque lo cierto es que The Killing estaría más emparentada con películas como Seven, a la que no es difícil tener en mente al adentrarse en su ambiente gris, lluvioso, de días plomizos en el que tiene lugar la acción. Una acción que, digámoslo ya, es lenta. No, no estamos ante la típica trama histérica donde las escenas de acción, de persecuciones en coche y polícias corriendo de un lado para otro casi no nos dejan respirar. Para nada. En The Killing todo transcurre despacio, como si toda la trama se dejase contagiar por esa atmósfera pesada en la que parece imposible avanzar mucho más deprisa. Los distintos casos es los que trabajan la pareja protagonista, por cierto, todo un descubrimiento y un acierto estos Mireille Enos/Linden y Joel Kinnaman/Holder: su interpretación rezuma verdad, autenticidad y credibilidad a partes iguales, toda una creación que se ve alimentada, por si fuera poco, por la extraordinaria química entre ambos. Pero volviendo a los casos policiales que vertebran las distintas temporadas, decía que el ritmo de la investigación de estos también se contagia de este ritmo lento y de esa atmósfera pesada. No hay deslumbrantes deducciones de genios detectivescos ni resoluciones tramposas camufladas bajo aparatosos fuegos de artificio, para nada. Sólo un concienzudo y poco lucido trabajo policial. Algo que uno acaba reconociendo como muy real, muy creíble.

The Killing, que por cierto, es el remake de una producción danesa de 2007, es, en definitiva una estupenda serie policial aplastada por el fulgor de impecables directores creativos de Madison Avenue, fabricantes caseros de meta y estruendosos juegos de tronos pero que no merece caer en el olvido, que merece ser rescatada y visionada al menos una vez. Al menos...


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