miércoles, 10 de diciembre de 2014

De aquella España del ladrillo, los excesos y las "tarjetas black" me quedó, entre otras cosas y en el reverso bueno que tienen (casi) todas las cosas, un buen número de amigos de todo el mundo que escucharon nuestros cantos de sirena y que, años más tarde, tuvieron que huir despavoridos, cuando el confeti se asentó y pudimos comprobar que en realidad no era más que la ceniza de un gran incendio. Ahora, por lo menos, tengo un buen montón de direcciones en las que, llegado el caso, emprender la huida.

Uno de estos amigos me escribía el otro día preguntándome por el fenómeno Podemos. Aparte de la ilusión que me hace que alguien, en la otra punta del mundo (literal) y después de años sin vernos, siga acordándose de mí y de nuestras muy sesudas discusiones en la azotea de un edificio de oficinas en Alcobendas sobre política, Newell's Old Boys o el extravío de los guionistas de cine americano; está el hecho de que además me considere una opinión de referencia al respecto. No me tengo yo por un experto en poco más que el sentido común aderezado con unas nociones de Historia del Siglo XX así que, como decía, me sentí tan halagado que no me ha quedado otra que intentar estar a las altura de la expectativas dándole mi mejor respuesta posible.

Me comentaba mi querido y emigrado amigo sus dudas al respecto de la verdadera mano que mueve los hilos tras Podemos. Y ponía una cuestión sobre la mesa de muy difícil respuesta sin incurrir en una suerte de imprudente ignoracia. ¿Es Podemos un fenómeno verdaderamente creíble en cuanto que surge de un movimiento popular real y desde ahí crece, se vertebra, hasta convertirse en una alternativa real a la partitocracia actual? ¿O por el contrario se trata del resultado de una conspiración a los más altos niveles por la cual esas élites todopoderosas, sabedoras de su cada vez menor credibilidad ante la gran masa social y de lo que ese descontento puede generar a nivel de calle (violencia, agitación, revueltas...) habrían creado de la nada un enemigo con el que ofrecernos la carnaza necesaria para calmarnos sin necesidad de perder su status?

Pues bien, querido amigo: reconozco que a tu argumentación no le falta lógica y que, como tú dices, "crear tus propios enemigos es algo más viejo que el propio mundo". También debo reconocerme un entusiasta de las teorías de la conspiración pero tan sólo como mero elemento de entretenimiento y si puede ser en una sala de cine o en un libro de espionaje, mejor. Así que mi respuesta es NO. No creo que a Podemos se lo hayan sacado de la manga PP y PSOE para apaciguar los muy caldeados ánimos. Primero, y aquí viene mi argumentación, esto de "crear tu enemigo" no es más que una rama de lo que se conoce como "operaciones de falsa bandera", esto es, te inventas un enemigo común, las más de las veces exterior, causante de alguna catástrofe concreta (muchos conspiranoicos creen que el ataque a Pearl Harbor, en diciembre del 41, por ejemplo, fue consentido sino orquestado por los altos mandatarios del gobierno estadounidense para justificar así su entrada en la II Guerra Mundial)  y a partir de ahí orquestas una campaña dirigida a aunar los sentires de una población desunida en único sentimiento: odio a la amenaza exterior.  En ese sentido, Podemos no encajaría de forma alguna en ese patrón. Date cuenta de que el objeto de odio en todo este asunto es, precisamente, aquellos que lo habrían montado todo.

Por otra parte, estamos hablando del PP y del PSOE. Los primeros no fueron capaces de ocultar 72 horas la verdadera autoría del atentado del 11-M. A los segundos sólo les faltó incluir a los GAL en su programa electoral para terminar de dejar pistas. ¿De verdad les crees capaces de orquestar una campaña de estas dimensiones y sostenerla durante 2 años? ¿Acaso has olvidado con quien conviviste los 5 o 6 años que estuviste aquí? Por eso te diría que tuvieses muy presente, en este asunto y ya en general, el Principio de Hanlon, según el cual, no debes atribuir a la maldad lo que puedas atribuir a la estupidez. 


Con todo, y ya acabo, entiendo tu escepticismo al respecto de Podemos. Lo entiendo y lo comparto. Supongo que los descreídos vivimos inevitablemente instalados en él, bajo la premisa de no fiarnos de nada que sea demasiado bonito como para ser verdad (y más si hemos visto entera The Wire). En mi caso, sin poner en duda la credibilidad de todo el proceso de creación de Podemos y la buena voluntad de la inmensa mayoría de su gente, mi inquietud proviene no tanto de lo que han hecho sino de lo que puedan llegar a hacer. ¿Se mantendrán tan puros e inmaculados como pregonan o por el contrario caerán en las redes de ese Ente de contornos difusos y voluntad inquebrantable al que llamamos Sistema y acabarán corrompidos por él? Aquí reconozco que no puedo responder con precisión, porque la cabeza me dice una cosa y el corazón me pide que crea otra. Sin perder de vista El engranaje, de Sartre, te diría que es imposible escapar a sus garras y que acabarán convertidos en aquello que ahora gritan a los cuatro vientos que piensan borrar de la faz de la Tierra. Pero quiero, necesito creer que quizá no, que quizá lleguen a mantener cierta integridad, al menos lo suficiente para que todos recuperemos la esperanza (no hablo de Aguirre, por Dios, hablo de la otra, de la que tiene, también, algo de imprudente ignorancia) de que otra forma de estar en el mundo es posible. En realidad te hablo de creer en Podemos pero creo que lo que está en juego es volver a creer en nosotros mismos.

Espero haberte aclarado algo, querido amigo.

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